San Miguel es la “tierra de los colores”; desde el azul de su cielo, hasta el verde de sus montañas, salpicadas por el blanco de las huertas revestidas de jable, y el amarillo en su costa, hacen de este municipio un paraíso de contrastes.
Si nos situamos en la parte más alta del municipio hallaremos una orografía salpicada por un conjunto de conos volcánicos que le dan una cierta complejidad paisajística.
Hay largos y profundos barrancos que tienen su nacimiento en la cumbre y mueren desembocando en la costa.
Donde terminan los barrancos, se alzan caprichosos acantilados, pequeñas playas y calas de callaos y arena negra, bañadas por un mar de aguas cristalinas.